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Suspicacia

  • Foto del escritor: Aixa Mariely Rodriguez
    Aixa Mariely Rodriguez
  • 2 ene 2024
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 5 ene 2024

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Los experimentos sociales se han tornado muy populares en la internet. No sé si has visto alguno de ellos. Hay veces que son muy interesantes y hasta divertidos que pasan por bromas, pero ocasionalmente se convierten en situaciones que pueden ser muy humillantes. Al ver esto, frecuentemente me pregunto qué haría yo en el lugar de esas personas, si tuviese tal experiencia. Son tantos los videos de estos que he visto que en cierto momento algo lamentable que me ocurrió en una tienda, en medio del escándalo comencé a mirar a todos lados buscando una cámara escondida, pensaba que aquel era mi turno.


Una persona a la que amo mucho solía decirme que tenía que dejar de ser tan ingenua, "que debía tener malicia y nunca confiarme de las personas". Claro está, que esa persona no lo hacía con maldad, sino que por experiencias de mi pasado, buscaba protegerme. Así que se me quedó tan guardada esta actitud de sospechar fácilmente, hasta el día que fui confrontada por el Espíritu Santo.


Tal actitud se llama suspicacia y es una atadura que no te deja progresar y se debe a una mentalidad desértica. Ciertas generaciones del pueblo de Israel no entraron a la tierra prometida debido a su manera de pensar. Como tú actúes es el reflejo de tu manera de pensar.


"porque cuales son sus pensamientos íntimos, tal es él." Proverbios 23.7(RV95)


Israel llevaba ya mucho tiempo en el desierto. Los imagino muy acostumbrados a la arena salada, al sol intenso y a la vida de desierto. ¿Sabes? Ni tú, ni yo, somos tan diferente a los israelitas. Nos adaptamos fácilmente a vivir en ciertas formas que nos parecen normales, pero Dios desea cambiar nuestras viejas vestiduras. Dios desea renovar nuestra mente.


La Biblia da un ejemplo en Proverbios 19.10 (b) en donde nos explica que es absurdo que un esclavo gobierne a reyes, queriendo decir que ciertas formas de pensar no nos permitirán alcanzar grados mayores en la vida.


La persona suspicaz es una persona que frecuentemente siente sospechas de otros, es una persona quisquillosa, desconfiada. Por lo general, se les hace difícil ser genuinos con otros debido a que en su interior sienten temor de que les fallen, o les hagan algún daño. La raíz de la suspicacia está incrustada en el orgullo de la persona. En cierta manera la persona busca protegerse a sí misma. Y aunque el fin parece uno normal de supervivencia del ser humano, hay que examinar cuando ésta actitud estropea el plan de Dios para nuestras vidas. Amigo lector, Dios trabaja con personas, te tocará alguna vez confiar en esas personas que Dios ponga en tu camino.


1 Corintios 13.7 dice:


"El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo" (TLA)


Sospechar indebidamente de otros es también señal de que nos falta amor. El amor siempre espera lo mejor de otras personas. Con esto no quiero decir que vayamos por el mundo ingenuamente sin pensar que no existe la maldad. Sabemos por nuestras propias experiencias que sí existe, además de que las personas por ser imperfectas, de una u otra manera nos defraudarán. Como creyentes debemos confiar en la protección plena de Dios, tener un corazón dispuesto a perdonar y conceder nuevas oportunidades a otros, porque Cristo así lo hizo con nosotros: en que siendo aún pecadores, nos amó, nos perdonó y nos limpió. Es una falta delante de Dios cuando constantemente estamos permitiendo pensamientos negativos sobre otras personas.


Yo también viví bajo esta atadura acostumbrada a la negatividad, que es otra atadura de la que en otro momento hablaré, pero delante de Dios no hay excusas. Ya mi pasado murió, tengo que aprender de él y proseguir cada día al blanco, cada día morir a mis propios deseos para que Dios trabaje en mí y en otros. No digo que lo he alcanzado, pero voy en este camino diariamente.


No estuve acostumbrada en mi vida a recibir amor verbalmente, aunque sí lo recibí en muchas formas diferentes. Admito que en ocasiones cuando alguien mencionaba algo positivo sobre mí, me costaba entender esa manera de amar, me incomodaba hasta el punto que se me hacía difícil creerles. Es una sensación muy peculiar porque me hacía casi huir lejos o esconderme. Ahora le pido a Dios que me enseñe ver como Él ve y me permita dar y recibir amor a otros así como Él sabe amar.


Hace algún tiempo leí el testimonio de la escritora Beth Moore, en uno de sus estudios bíblicos hablaba de que Dios un día le confrontó. Aunque ella nunca menciona en su libro que fue por causa de la suspicacia, sí la describió con sus palabras y mientras escribo esto me doy cuenta. Ella decía que Dios un día le comenzó a traer a su mente listados de personas que Él había puesto en su camino para bendecirle y ella por sus temores e inseguridades cerró la puerta de su corazón y no permitió que tales amistades se desarrollaran. En un momento el Espíritu Santo la guió al arrepentimiento por tal acción pero ya era tarde para recuperar lo perdido, ahora le tocaba estar alerta a sus emociones.


El ministro Sid Roth testificó que en un momento de su ministerio fue llamado por la hermana Katherine Kulhman. Katherine quería adiestrarle para asuntos de su ministerio, pero a él no le gustaba ciertas cosas de la hermana, la encontraba rara por su forma extravagante de vestir y en una actitud de sospecha pensó que la hermana no tenía nada para enseñarle. Años más tarde en un recuento de su vida el dijo cuánto lamentó aquella decisión. Evidentemente ya no tuvo aquella oportunidad.


  Anteriormente mencioné de que Dios trabaja en personas, es así como Él se mueve, y es por esto que para que fluya una verdadera unidad, debemos vendar heridas, sanar y desechar la suspicacia entre hermanos. Debemos procurar tener una vida más cerca de nuestro Señor y pedirle que nos libre de relaciones equivocadas, de mentalidades equivocadas y que podamos mantener amor real por nuestro prójimo. Un amor que no necesita ser vociferado, simplemente que Dios vea que desde lo más íntimo fluyen ríos de integridad y buenos pensamientos hacia otros.


¿Eres desconfiado de las personas? ¿Cómo recibes muestra de afecto, elogios, o como actúas cuando alguien se acerca con intenciones de conocerte más? ¿Tiendes a ser esclavo de esta manera de sospechar de todos y no darte la oportunidad de disfrutar una vida plena en Jesús? ¿Piensas todo el tiempo que alguien se te acerca para hacerte mal?


Créeme que si has leído hasta aquí no es casualidad. A ti también te confronta el Señor. Vivimos en un tiempo que se necesita la sanidad en el cuerpo del Señor, no nos toca ser parte de los tropiezos, sino de la sanidad. Por cuanto El Espíritu del Señor está sobre nosotros nos ha enviado a proclamar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel (Isaías 61.1). Dios quiere libertarte de las prisiones de una mentalidad carnal.



Oración:

Padre, en ti hay perdón, es por esto que voy delante de tu trono para pedirte oportuno socorro. Enséñame amar como tu amas. Sana mis heridas y permite que yo pueda tener relaciones sanas con aquellos que has puesto en mi caminar, aquellos que son parte del propósito en mi vida. Déjame también ver el bien tuyo en los demás. Libértame para tu gloria, en el nombre de Jesús. Amén.


 
 
 

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