Revoluciones Vergonzosas
- Aixa Mariely Rodriguez
- 19 jul 2022
- 4 Min. de lectura

(Dios me trajo a memoria esto el domingo mientras hablaba con unos hermanos en la iglesia.)
El año pasado me pasó algo muy desagradable en una tienda. Cuando fui a pagar mis artículos había una línea exagerada. Llegó mi turno y la cajera cobró los productos pero hubo un percance en el sistema. La señora se veía que no estaba de buen humor, quién sabe lo que le había pasado ese día. Me gritó con una actitud horrible: “¡SU TARJETA NO TIENE BALANCE!” queriendo decir como si yo hubiese agotado todo el crédito disponible. En el momento no me sentí mal porque yo estaba al tanto de mis cuentas. Me pregunté:“ ¿Qué extraño?” Le dije, señora yo no tengo deuda en esta tarjeta. Pero no hay problema, ahora mismo llamo e investigo.
Me paré a un lado de su mesa y ella continuó con su línea exorbitante. Llamé al número de la tarjeta, me respondieron rápidamente y me confirman lo que ya yo sabía. Todo estaba en orden con la tarjeta, ni tenía deudas. Como la administración de la tarjeta era de la misma corporación de la tienda, la señora al teléfono me pide que le pase la llamada a la cajera. Aparentemente ella estaba haciendo algo mal en la transacción. Cuando le digo a la empleada de la tienda que la señora quiere hablar con ella para explicarle algo, la cajera comienza a gritarme de una manera que jamás me esperé. Llamó al gerente de la tienda y me gritaba que me pusiera a un lado y me decía que me iba a llamar a la policía. Yo quedé en shock.
La gente comenzó a mirarme extraña, imagino que ya me estaban criminalizando. Yo pensaba ¿Qué rayos estaba pasando aquí? ¿De verdad me está pasando esto a mí? Hasta miré a todos lados, tal vez era una broma, busqué las cámaras. Ese día yo estaba amable, dulce, tranquila, usualmente cuando uno tiene buena actitud, uno espera que las personas se den cuenta y hasta se contagien positivamente. Yo no estaba violentando a nadie. Ni siquiera alcé mi voz para protestar. Lo único que recuerdo es que mi mente volaba tratando de entender lo que estaba pasando.
En esos días yo había mirado un video en las redes sociales de que en esa tienda en otro estado, había mucho discrimen hacia las personas de color. Fue una confusión terrible. Me paré al lado de una sección de ropa y comencé a orar allí mismo, no podía creer lo que me estaba pasando. Me fui de la tienda tan humillada, avergonzada y triste. Me dije “Dios mío las cosas que tenemos que soportar los hispanos”.
Pasó el tiempo y mi esposo necesitaba comprar unas cosas en la misma tienda. Cuando llegamos a pagar ¿Imagina quién nos iba a cobrar? ¡Oh qué trauma!... ¡La bruja del 71!, son bromas, era la misma cajera. Yo no quería que aquella señora injusta que me había humillado delante de tanta gente me cobrara, es más, yo ni quería verle el rostro otra vez. Estaba dispuesta a nunca más comprar en aquella tienda. Le dije a mi esposo “No, ¡esa vieja fue la que me trató horrible! y mi esposo me respondió, vamos con ella porque tú le tienes que ganar esta batalla al enemigo. Tú tienes que perdonar. Esa noche allí mismo en la tienda, decidí perdonarla, oré por la señora y por mí y gané mi batalla.
El amor es una decisión. Es parte de los valores del creyente de esos que nunca se nos pueden olvidar. No es amar de labios hacia afuera, es accionarlo todo el tiempo. En estos tiempos me entristece como muchos, tienen riñas unos contra otros…hasta por las redes sociales. Aceptan porquerías de pensamientos negativos intencionalmente, y digo intencional porque hasta se recrean y siguen en el mismo lodo y contaminando a otros.
Hay mucha necesidad de sanar, no se puede andar por la vida cobrándole a los demás lo que te hicieron en el pasado. Jesucristo pagó un precio muy alto por tu sanidad. Si Cristo nos perdonó sin importar toda la asquerosidad inmunda de nuestros pecados ¿Cuánto más nos toca perdonar a nosotros? Hay que cambiar de mentalidad.
La Biblia dice que en los últimos días el amor de muchos se enfriará por causa de la maldad. Dios es amor, y si tu eres uno con Dios, esto tiene que notarse. Hay abundante base bíblica que nos habla del amor, de buscar la paz con todos, de amar sin fingimiento. Somos representantes de Cristo en la tierra. Es tiempo de crecer, nos toca a todos aunque se nos haga difícil.
· Elige ser un agente de paz.
· Elige perdonar.
· Elige hablar vida en vez de causar revoluciones vergonzosas como la señora de la línea.
Me gusta mucho una frase que usa mi pastor: "sé parte de la solución y no del problema.”
“y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios.”
Efesios 5.2
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