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La comadrona de la montaña

  • Foto del escritor: Aixa Mariely Rodriguez
    Aixa Mariely Rodriguez
  • 19 ago 2023
  • 4 Min. de lectura

El día nos favoreció abriendo camino con un sol radiante y aire puro de ese que solo se respira en las montañas. Aquel era uno de cita de familia, de esos que nos vamos sin rumbo a la aventura. No sé si hacía ya mucho que no pasaba por aquella carretera, pero todo lo que miraba alrededor parecía nuevo a mis ojos. Hicimos algunas paradas en donde varios individuos dotados de ingenio vendían su arte en forma de fotografías, objetos de madera, bisutería, jabones, cremas, ropa, zapatos, libros, suaves y tiernos peluches de pelo de alpaca y hasta una industria exquisitos chocolates. El tiempo se detuvo. En mi memoria capturé unos hermosos segundos en que observé unas flores que colocadas en un cochecito, atrajeron a una gran mariposa.



Una vez salimos de allí, seguimos nuestro rumbo. Atravesando la cordillera, nos detuvimos en una vieja cabaña. En el punto kilométrico 189.9 de la autopista del Parque Nacional de “Blue Ridge”, se esconde una historia muy conmovedora e inspiradora, en mi opinión una de las más nobles que he encontrado tras el bosque: la historia de la “tía Orlean”.



Orlean Hawk Puckett nació en el año 1837. Como era costumbre de la época, se casó a sus 16 años con John. Ambos vivían y trabajaban como agricultores en las montañas de “Groundhog” en Virginia. No todo fue color de rosa para esta pareja. La tía Orlean, como le llamaban de cariño, concibió 24 hijos. Trágicamente, cada uno de sus hijos murieron durante su infancia. Esta afligida madre volcó su dolor de una forma heroica hacia su comunidad.


A sus cincuenta años comenzó una larga carrera como comadrona. Asistió más de 1,000 partos, el último fue en 1939, el mismo año de su muerte. No se sabe con exactitud pero los historiadores piensan que la tía pudo tener un aproximado de 102 años al momento de su muerte. Se dice que era muy habilidosa y que nunca perdió ninguna madre o bebé por su culpa. Esta amable mujer se convirtió en una leyenda en su comunidad dado a su generosidad. En sus comienzos sus honorarios eran de $1 dólar y en tiempos buenos $6 dólares. A menudo no le podían pagar con dinero, así que en agradecimiento le traían comida y otros bienes, a lo que ella muy generosamente compartía con los vecinos y con los necesitados.



Tres lecciones de vida de Orlean


1. El dolor de la vida no te debe estancar, puede tornarse en bendición para otros. ¿Qué corazón es capaz de tener esperanza después de vivir en carne propia la muerte de sus propios 24 hijos? Que valentía la de aquella mujer de hierro, para aprender una habilidad tan peligrosa en aquella época, a pesar de los pocos recursos, ella procuró hacer el bien y salvar los bebés y aquellas mujeres.


2. No pongas de excusa tu edad ante los sueños y proyectos que Dios ponga en tus manos. Fue hasta sus 50 años que Orlean decidió comenzar una carrera: nunca es tarde para comenzar.


3. Ten un corazón desprendido de lo material. A pesar de que no siempre le podían pagar, ella compartió sus bienes con los vecinos y los más necesitados.



Hay personas que se rinden en el camino debido las dificultades de la vida. Hay otros que ponen de excusa frente a los temores de la edad, pero constantemente en la Palabra de Dios vemos hombres como Noé, Moisés y Caleb entre otros que eran adultos mayores y hasta ancianos que cumplieron el llamado de Dios en sus vidas. También hubo jóvenes como José, Samuel, David y Jeremías que su edad no fue un impedimento ni excusa para llevar a cabo lo que Dios intentaba para sus vidas. Hay quienes se desvían y detienen sólo poniendo la vista en la necesidad o la abundancia de bienes materiales. Todo esto es la manera vieja de vivir.


En la Biblia Romanos 12 habla de la nueva vida en Cristo. Dios nos dice:


“Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto.” Romanos 12:2 TLA


Pidámosle al Señor que nos lleve a toda verdad y que cambie nuestra manera de pensar y que nos muestre cómo realmente podemos vivir para su gloria, de tal manera que alcancemos plenamente todo aquello que Él ha asignado sobre nuestras vidas.



Mi suegra (mi otra mamá) y yo

Con el tiempo Orlean y John Puckett se trasladaron de su humilde cabaña. Una vez más la generosidad de este matrimonio cedió su pequeño hogar a una hermana de John. Hoy día la última casa de la tía Orlean no está, únicamente queda un jardín en la parcela y el recuerdo histórico de la comadrona de la montaña, una linda mujer que a pesar de su tragedia entregó su corazón a ayudar a otras mujeres y sus hijos hasta el fin de sus días.



John y Orlean Puckett


Referencias:

Puckett Cabin (2021) https://www.nps.gov/places/puckett-cabin.htm




Aixa Mariely Rodríguez




 
 
 

2 comentarios


Sheli Hanukkah
Sheli Hanukkah
19 ago 2023

Una historia preciosa y lo mejor de todo esto es la enseñanza que nos deja para no rendirnos, sino seguir adelante con más ahínco. Bendigo tú vida hijita tienes dones maravillosos sigue adelante, me has hecho llorar 😪. Bendiciones

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Shakira Alancastro
Shakira Alancastro
19 ago 2023

No sabía la historia de “tíaOrlean”. Me encantó tus enseñanzas. Es tan cierto. Ella hubiera podido poner excusas o limites y nunca atreverse a hacerlo ( me imagino el miedo o dudas que le llegaban). Me encantó! Gracias por compartir.

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