Conforme a Su Corazón
- Aixa Mariely Rodriguez

- 8 mar 2021
- 3 Min. de lectura

Hay muchas ventajas de tener una estufa de gas en casa. Ahorras dinero, los alimentos se cocinan muy rápido y si por alguna razón no tienes energía eléctrica en la casa no te afecta para seguir cocinando. Una desventaja es que es muy trabajoso limpiar la parrilla que cubre las hornillas. Yo tengo una de esas estufas y admito que limpiar esas rejillas de hierro fundido es una actividad que no disfruto. No sabía cómo evitarlo, pero cada vez que tenía que sacar toda la grasa incrustada y quemada de la parrilla, comenzaba a refunfuñar con mi esposo en mi mente: “¿Por qué el no limpia esta parrilla?” “¿Por qué tengo que ser yo?” “De ahora en adelante voy a poner una norma nueva en la casa para cada vez que usemos la estufa” “Que injusto es esto” y así otros monólogos cargados de negatividad. Una tarde tomé las rejillas para limpiarlas y con actitud de molestia, hice todas mis protestas mentales que aquí describo, para mi sorpresa me detuvo la dulce voz del Espíritu Santo. Minutos antes, mientras yo lavaba los platos y escuchaba un libro en audio, le dije a Dios genuinamente: “Señor háblame”, lo que no esperaba era que me hablara en medio de mi pelea mental con las benditas parrillas.
Dios habla al ser humano de distintas maneras. No escuché una voz audible, pero sabía que El estaba tratando de comunicarme algo. Nunca lo había notado, pero ese día fue muy evidente, inmediatamente a su voz, todo lo demás ya no tenía la misma fuerza, ni prioridad. Cuando Dios me habla se calma mi ansiedad, mis miedos, mi enojo y cualquier actitud equivocada que pueda tener. De muy niña memoricé unas palabras que habían escritas en la pared de la iglesia que decían: “Más Jehová está en su templo, calle delante de Él toda la tierra” Habacuc 2.20. Ahora entiendo que por cuanto Dios habita en mí y que mi cuerpo es su templo, cuando El habla, todo lo demás calla sólo por el poder de su autoridad.
Aquel día mi mente estaba bien cargada, no había silencio en mí para escuchar ni tan siquiera aquel audio libro. Muchas veces dejamos que nuestros pensamientos equivocados ocupen una posición que no les pertenece, nos enfocamos en ansiedades, preocupaciones, planes, ideas y hasta descontentos. Me agradó que Dios interrumpiera mi pesado tren de negatividad. Dios quiso mostrarme que así como la suciedad en las parrillas, hay áreas en nuestra vida que a veces son las peores de nuestra personalidad, y debemos cederlas a Dios para que seamos limpios y renovados. Nos toca confrontar y resolver nuestros dilemas en lugar de protestar, esconderlos o culpar a otros. Es muy difícil reconocer nuestras faltas.
La Biblia dice :
“Nadie parece darse cuenta de los errores que comete. ¡Perdóname, Dios mío, los pecados que cometo sin darme cuenta!¡Líbrame del orgullo! ¡No dejes que me domine! ¡Líbrame de la desobediencia para no pecar contra ti!” Salmos 19:12-14 (TLA)
El problema no era quién limpiase aquella rejilla, era mi actitud. Estaba limpiando enojada, quejándome, culpando a mi esposo, y aunque no lo estaba diciendo en voz alta, Dios me escuchó como si estuviese gritando a su oído.
La Palabra dice: “Todo lo que hagan, háganlo de buena gana, como si estuvieran sirviendo al Señor Jesucristo y no a la gente…” Colosenses 3:23 (TLA)
Puede parecer simple todo esto que estoy describiendo, pero Dios también se interesa en los detalles que parecen tener menos importancia. El Espíritu Santo siempre examinará dentro de nuestro ser, en especial todo aquello que merece ser cambiado en nosotros para que Dios se glorifique, por tu bien y el de los demás. Algunos podrán ver sólo lo externo de ti y posiblemente lo externo se vea fabuloso, pero amado(a) Dios ve el corazón.
Esto le pasó a Samuel, el vio a Eliab pensó que Dios lo había elegido rey, porque lo externo del muchacho se veía perfecto, pero Dios le interrumpió diciéndole:
“Samuel, no te fijes en su apariencia ni en su gran estatura. Éste no es mi elegido. Yo no me fijo en las apariencias; yo me fijo en el corazón”. 1 Samuel 16:6-12 (TLA)
¿Te imaginas que Dios mire nuestro corazón y que no seamos agradables a El? Para mí eso es aterrador, yo prefiero que me corrija y me haga conforme a su corazón. Gracias a Jesucristo por su sacrificio en la cruz que podemos ser libres de condenación y de pecado, y que nos dejó su precioso Espíritu Santo para que nos ayude en nuestra debilidad.
Dios conoce cómo pensamos, cómo actuamos, y conoce las palabras que aún no hemos pronunciado. En lo más escondido de nuestra personalidad, de nuestra mente, allí Dios quiere producir cambios, El desea glorificarse en ti y en mí para que seamos luz y bendición a otros. Vivir la Palabra es nuestro reto diario.
Aixa Mariely Rodriguez




Comentarios